viernes, 14 de febrero de 2014

¿Cómo saber si soy lesbiana?

Saber si se es lesbiana o no, es una cuestión que no debería ser difícil de responderse, asimismo, una mujer; sin embargo, lo es. Lo es porque las mujeres nacen en un mundo heterosexual que las ha formado como tales. Han sido educadas desde la más tierna infancia para asumir el papel que le permitirá desenvolverse en un mundo heterosexual. Por obvias razones, si una mujer es homosexual, no creció como tal; carece de ese aprendizaje que implica hábitos y códigos sociales que necesitará en sus relaciones adultas. De modo que, cuando comienza a tener relaciones homosexuales, tiene que volver a aprender desde cero las reglas de amor, la amistad y la convivencia social.
Por esa misma situación, la homosexualidad femenina es una identidad que no está dada desde un principio, sino que se construye poco a poco y que, además, no siempre se expresa de la misma manera, sino que cambia según el entorno inmediato y la etapa de vida de cada mujer.
La carencia de esta preparación para la vida homosexual, trae como consecuencia que un porcentaje considerado de mujeres lesbianas tengan dificultad para aceptar que tienen atracción hacia personas de su mismo sexo. Si la homosexualidad se define como la atracción sexual y emocional hacia personas del mismo sexo, que como tal, lleva implícita (aunque no siempre de forma exclusiva) el deseo sexual, las fantasías eróticas, la vinculación emocional y las conductas sexuales deseadas con personas del mismo sexo, desde el momento que las mujeres sienten atracción hacia otra mujer, ya existe una probabilidad que sea homosexual o bisexual. Pero, ¿este hecho la define como tal?. La respuesta es, no.
Por lo general, es en la adolescencia o juventud cuando las mujeres comienzan a tomar conciencia de su orientación, a manifestar sus deseos e interés sexual hacia alguien. Obviamente, si se nace en un mundo con preparación heterosexual, la sociedad señala que las mujeres deben sentir atracción hacia los hombres, y es ahí, en ese mismo punto, cuando comienza una confusión, en caso de que la atracción que se tenga, sea hacia otra mujer.
Así que, es normal sentir curiosidad o necesidad de probar besos, caricias e inclusive, de tener relaciones sexuales con otras mujeres. Estas acciones no determinan la orientación sexual de la persona, simplemente, contribuyen a su conocimiento y definición de su orientación.  Esa intimidad permite conocerse a sí misma y definir los gustos o preferencias sexuales de cada una.
En varias ocasiones se ha escuchado que algunas mujeres afirman que se convirtieron en lesbianas después de tener una relación sexual con otra mujer. ¿Puede realmente suceder esto? Como opinión personal, esto no es posible. Lo que sí es posible es descubrir con el paso del tiempo que, lo que siempre se ha tenido (en referencia a una relación heterosexual), no es precisamente lo que se deseaba, se esperaba, o sencillamente, no era la mejor opción disponible. Una vez alguien afirmó: “¿Cómo saber si nos gusta el pastel de durazno si nunca lo hemos probado?”.
En conclusión, se puede decir que si una mujer se encuentra confundida en relación a su orientación sexual no debe preocuparse por la asignación inmediata de una etiqueta. Sentir atracción hacia el pastel de durazno o pastel fresa, o bien, hacia ambos de manera indistinta, es completamente válido. Cada mujer debe ejercer libremente el derecho de elegir y probar cualquiera de estos ‘pasteles’ o ambos, independientemente de los parámetros religiosos, familiares o culturales de su entorno, siempre y cuando se tenga el respectivo cuidado y protección de su cuerpo y corazón.  

jueves, 13 de febrero de 2014

¿Son Sólidas las Relaciones Lésbicas?

Se entiende por Homosexualidad “la atracción sexual y emocional hacia personas del mismo sexo, que como tal, lleva implícita (aunque no siempre de forma exclusiva) el deseo sexual, las fantasías eróticas, la vinculación emocional y las conductas sexuales deseadas con personas del mismo sexo”.
Cuando la homosexualidad se presenta en las mujeres se llama Lesbianismo. Existen estudios que concluyen que existen dos valores fundamentales relacionados con el carácter de las relaciones lésbicas:
§  La vinculación con la pareja.
§  La autonomía personal.
Esto significa que las mujeres lesbianas difieren entre sí en la medida en que quieren mantener una vinculación fuerte con la pareja, destacando la proximidad emocional, el amor y la seguridad, y el grado en que busquen la independencia personal. Estos dos valores tienen que ver con el tipo de relación que constituyan.
La duración de la relación lésbica es más estable en comparación con las relaciones homosexuales masculinas o las relaciones heterosexuales. La mayoría de las mujeres homosexuales afirman que su relación es íntima y amorosa y que el grado de satisfacción es elevado tanto en el aspecto emocional, como en el aspecto sexual. Más del 70% de las mujeres afirma que casi siempre llegan al orgasmo cuando mantienen relaciones sexuales con su pareja. En referencia al poder en la relación, la mayoría afirma que comparte el poder con su pareja en un plano de igualdad. Por lo tanto, se puede concluir que las lesbianas pueden establecer, y de hecho, establecen relaciones comprometidas y satisfactorias.
Un estereotipo corriente consiste en que las mujeres lesbianas se reparten, en sus relaciones, los papeles de “hombre” y “mujer”, es decir, que imitan los papeles típicos de los matrimonios tradicionales. Las investigaciones demuestran que este estereotipo es falso. Sólo una escasa minoría de parejas lesbianas desempeña tales papeles. En cambio, la mayoría de dichas parejas hacen hincapié en la flexibilidad y en el carácter recíproco (es decir, de iguales) de sus relaciones. Una mujer decía: “No me gusta el reparto de papeles porque copia la relación tradicional entre varón y mujer. Yo estoy orgullosa de ser mujer. Y amo a las mujeres, no a los pseudohombres” (Jay y Young, 1979, pag. 320).


Fuente: Hyde (1995). Psicología de la Mujer: La otra mitad de la experiencia humana.